martes, 15 de enero de 2013

Cap 24 segunda parte.

"Dominas los cuatro poderes" esa frase retumbaba en mi cabeza, era algo imposible, pero yo una simple chica que siempre ha vivido creyendo que era alguien, tenga los cuatro poderes. ¿Por qué? Eso era algo bueno, pero ha decir verdad había algo que me perturbaba, ¿era por eso que Soer me necesitaba en sus planes? 
-Ahora relájate, ya esta amiga -decía Atempa mientras me hacía pequeños masajes en los hombros para que me calmara. Los chicos se habían ido a buscar información, ellos estaban tan alterados como yo, o peor. 
-No puedo Atem, no puedo -dije mientras suspiraba resignada, tanto pensar me iba a hacer mal. 
-Si podes, mira te voy a contar un cuento. Había una vez una chica llamada, Catalina, ella buscaba... -de repente sus palabras rápidas se convirtieron en murmullos bajos, que no podía entender. Mi vista se torno borrosa y comencé a marearme, de un momento a otro no sentía más nada a mi alrededor, ni a Atempa, ni la silla donde estaba sentada, nada. Estaba flotando en el aire en un lugar completamente negro. 
-Al fin lo descubres -decía una voz gruesa a mi al rededor, me asusté pero rápidamente supe que era Soer. 
-¿Qué quieres? -grité firme. Una risa comenzó a resonar en mis oídos, instantáneamente me los tape con las manos, me hacía daño. 
-A ti -susurró y un viento que me hizo temblar pasó por delante mio haciendo que mis pelos volaran y la piel se me erizará. 
-Jamás -dije más bajo. Volvió a reír. 
-Veremos -cerré los ojos y me tapé fuertemente los oídos, comencé a negar con la cabeza, quería que esto terminara. 
-Pensé que eras más fuerte Flora... como tu padre -abrí mis ojos y miré a mis costados, pero no había nada solo la profundidad de la oscuridad -Pero no -su voz retumbo en el lugar. -Eres una débil muchacha -comencé a respirar aceleradamente. Iba a gritar... pero justo un segundo antes, una persona, una humana. Me asusté. Un grito desgarrador sonó a medida que la mujer se acercaba, y entonces la oscuridad, se convirtió en una habitación. En una habitación de todos los colores del mundo, no había muebles, eran solo cuatro paredes y el suelo, todo lleno de color. La mujer llegó y se posiciono delante de mí, con una sonrisa me miró. 
-Flora, es un gusto conocerte al fin -yo la miré desorientada, ¿quién era ella? 
-¿Quién es usted? -pregunté mientras me cruzaba de brazos. 
-Lían -la miré interrogante -Espera aquí unos minutos y entenderás todo -sonrío por última vez y se encamino hacía una puerta, que no sé de donde apareció. Me dejó sola en esa habitación llena de colores, ¿dónde estaba Atempa? ¿Y los chicos? ¿Dónde estaba yo? Comencé a inspeccionar el lugar, pero no había muchos detalles para tomar en cuenta, como he dicho antes era solo una habitación de colores... de colores intensos, hermosos, que al juntarlos hacían una combinación espectacular. 
Volví a mirar hacía la puerta donde se había marchado Lían, esa mujer que raramente me había salvado de Soer, y ese momento horrible que quería que terminara. 
La puerta se abrió y yo cerré los ojos y tomé aire, ¿qué me esperaba ahora? Los abrí y me creí en un sueño. Un hada, pero no un hada cualquiera, un hada hermosa con una luz brillante que desprendía de ella. Tenía las alas abiertas y una sonrisa en su rostro, caminaba  como toda una bailarina, con movimientos suaves y tranquilos. Llevaba un vestido que iba en degradé, comenzaba con un color crema, pasaba por un rosa claro, un salmón anaranjado, un naranja fuerte y un color rojo fuego que incendiaba. Vi un brillo especial en sus ojos, y tuve la necesidad de abrazarla, de quererla. Era mi madre, aquella que una vez soñé, era ella. 
Me paré y ella se puso delante mío, nos miramos, y sentí una conexión especial entre nosotras. 
-Flora -susurró. 
-¿Mamá? -le pregunté, atónita. Sabía que era ella, pero necesitaba que me lo dijera. 
-Si, hija, soy yo. -me abalancé sobre ella, y la abracé, la abracé como siempre deseé hacerlo. Era mi madre, mi mamá. Lloré, no sé cuanto, pero las lágrimas no paraban de salir y yo no quería soltarla. 

Nos sentamos en el suelo, las tres en canastita. Tenía millones de preguntas, pero no me salían. 
-Flora, ella es Lían -dijo mi mamá señalando a la mujer que antes se había presentado. -Es humana, ella, me ha mantenido a salvo todo este tiempo. Y me ha ayudado a que tu y tu hermano puedan reencontrarse -miré a Lían interrogante, millones de palabras vagaban sueltas por mi mente, pero por el momento no encontraba como unirlas y crear, por lo menos, una sola pregunta coherente. 
-Flora, yo conozco toda tu vida. Y es justo que conozcas la mía -dijo la mujer mientras suspiraba. Había algo allí que le dolía contar, o contarme. -Hace mucho tiempo, en la dimensión en la cual vos creciste y te desarrollaste como humana, conocí a un hombre misterioso, casi inexistente para la mayoría de las personas que nos rodeaban. Fue confuso y me costo llegar a entender lo que ese hombre era, me costo llegar a asimilar que aquel hombre que me había enamorado con tan solo unas palabras y unas miradas, era más que solo un hombre. Era una fuerza poderosa, era energía pura, era poder, era ambición. Ese hombre del cual me enamoré alguna vez, del cual alguna vez creí ver en su mirada oscura, algún rastro de amor... era Soer. -mis ojos se abrieron como platos al escuchar tal confesión. -Estuvimos algún tiempo juntos, conviviendo en varias dimensiones y a mi no me importaba tener que acostumbrarme a la forma de vida de los distintos lugares a donde él se dirigía. Lo amaba. -su voz sonaba dulce, recordando momentos vividos, el amor que alguna vez sintió hacía a aquel ser tan despreciable -Él decía amarme, y yo le creía. Una noche, mientras estábamos parando en una cueva en la quinta dimensión, aquella que está más allá de todo, la no reconocida; él llego con la noticia de que pronto habría una guerra, pero que faltaría para eso. Recuerdo que le pregunte si él se iba a ir, me prometió que no. Y tuvimos la última noche en la que nos amamos a más no poder. A la mañana siguiente desperté en otra dimensión desconocida, a la orilla del mar y pude notar la ausencia, se había ido y yo estaba embarazada de mellizos. Al nacer mis hijos, yo ya me había establecido en una de las tantas dimensiones que había conocido gracias a Soer, me había establecido en Flabella. Él llegó con la excusa de querer conocer a sus hijos, pensé que había regresado y que seríamos una familia, pero no, él me declaro odio eterno y a sus hijos también. Yo prometí que los protegería, pero al irse me dejo a mi en una dimensión que estaba en plena guerra con otra, donde yo no tenía idea que hacer. Quise volver, quise viajar entre las dimensiones como él me había enseñado, pero no podía, su poder era superior. Mando a matar a mis hijos, fingiendo que quienes lo mataban eran soldados, pero yo sabía que eran sus tropas. Mato a mis hijos, mato el amor que sentía hacía él, arruino mi vida y ahora quiere arruinar la vida de todo ser vivo en este mundo. - 
Todavía no lograba entender como aquella bella mujer, inteligente, fuerte, había podido llegarse a enamorar de Soer, y haber encontrado en él algo capaz de querer. Una vez que había masticado la historia lo suficiente como para poder decir algo, hable. 
-¿Tú me vas a ayudar? -pregunté, solo eso necesitaba. Sentir que en esta lucha no estaba sola. 
-Pondré cuerpo y alma en esta lucha por el bien, la paz, la igualdad, la justicia y el amor -dicho esto me uní en un fuerte abrazo con aquella mujer, que aunque no conocía, sabía que tendría su apoyo incondicional, tanto así como el de mi madre, el de mi hermano, el de Atempa y el de Ovatsug. 
Ahora estaba más que preparada para luchar. Tengo todo lo que necesito, y lo que menos me falta es el valor para enfrentar este desafío. 

--------------------------------------------------------------

Queridos/as lectores/as, he vuelto nuevamente. Sí, vuelvo a repetir mis tan conocidas disculpas por tardar tanto tiempo. Un año... y no crean que dejo abandonada la historia, para nada, solo que hay etapas... Esta es una historia que me apasiona, una historia en la cual me he involucrado con los personajes, con sus miedos y esperanzas, con sus certezas e incertidumbres, con sus contradicciones... Jamás podré dejarla inconclusa, porque vuelvo a decir, todo llega a paso lento, pero siempre llega. Mientras siga caminando, mientras mi pluma siga escribiendo, eso es lo que importa ¿no? 
Muchas gracias por leer, por la paciencia, por el afecto y el cariño, que son como una gran caricia al alma. Gracias. 

Milena